lunes, 20 de abril de 2009

Moras...

En las alturas jamás vistas
moras sin una razón
aparente hacia mis ojos
de la importancia del perdón,
de la riqueza del recuerdo,
la añoranza o la pasión,
la dulzura, no el desprecio,
el alma y el corazón.
Moras sin una noticia
reciente, lejana o de amor,
moras sin que te crean
los alejados del sol;
habitas en mi casa
en mi alcoba y en la flor,
que quedó prendinda un día
cerca de mi balcón,
aterida por el frío
por la nieve y el dolor
de que siendo la más bella
la muerte la traicionó;
moras, habitas, vives
resides en mi corazón,
tu presencia hoy me brinda
alegría y satisfacción
por ser el mejor amigo
que jamás me abandonó,
y por siempre perdonarme
por ser quien eres: mi Dios.

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